martes, 12 de febrero de 2008

La Plaza

La plaza.....

La plaza mayor. Tan asímetrica como desnivelada como maravillosa.

En la plaza nos reuníamos. Tocábamos la guitarra. Cantábamos. Reiamos.

Por la plaza pasaba gente. Paseaba gente. Vivía gente. Ahora creo que la Plaza era Llerena y Llerena era la Plaza.

Era el corazón, el motor, el agujero negro que todo tragaba y que todo regeneraba..... Para vivir en Llerena tenías que ir, estar, vivir en la Plaza.

En la Plaza de Llerena había bancos de piedra infinitos. Siempre había sitio para sentarse. Realmente toda la plaza era un inmenso banco de piedra.

La Catedral nos vigilaba, nos intimidaba pero la perdonábamos por su belleza. La mirábamos de reojo porque representaba la antítesis de lo que nos ocupaba la mente en aquél tiempo.

Si te ponías dentro de la plaza, podías ver a la gente que estaba fuera de la plaza. Gente que paseaba por los arcos, por el Ayuntamiento con sus palmeras (¿existen hoy?), por la casineta.

La plaza era el destino cuando salías a dar un paseo.

Quedamos en la plaza a las siete, ¿vale?

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