miércoles, 5 de marzo de 2014

Llerena: La foto de los 16

Al mirar por el retrovisor de la historia observamos determinadas épocas de la vida que son trascendentes. Una de las más decisivas es la adolescencia. Los problemáticos pero encantadores y mágicos 16. Primer amor, primeras rebeldías, incertidumbres del porvenir, primeros vehículos, etc.

Calle Bodegones
Torre de la Iglesia desde la calle Bodegones

Las personas que no cambian de ciudad a lo largo de su vida no pueden apoyarse en la muleta nemónica de la geografía. Su ciudad, aunque va variando con el tiempo, es en realidad siempre la misma.

Para poder rescatar y navegar en sus recuerdos, estas personas únicamente cuentan con su memoria y los objetos que se han podido conservar.

En mi caso particular, la estancia en Llerena coincide con los 16 años. Mi familia estuvo un par de años y luego nos marchamos para nunca más volver. Por lo tanto los recuerdos de aquella mágica edad se asocian fírmemente y de manera indeleble con Llerena. Para resumir, es algo así como si Llerena fuera la fotografía local de los 16. Fotografía espacial pero, sobre todo, histórico-temporal.

Decía Borges: "Yo nací en una ciudad que también se llamaba Buenos Aires". En esta frase resumía magistralmente su tristeza por los cambios sufridos por su ciudad natal.

Afortunadamente, no ocurre así con Llerena la cual es, en sí misma, una foto estática en el tiempo. El aspecto de su amplia almendra central permanece béllamente impasible e inalterada. Así pues, disfrutemos en la tranquilidad de poder volver a una ciudad que no ha cambiado en lo principal. Algo parecido a lo que ocurre con la parte antigua de Cáceres.

Al volver a Llerena regresamos a la nostalgia de los 70. Es como una tentadora máquina del tiempo fiable y encantadora.

Y aunque el poeta Felix Grande nos aconseja: "No volver a donde fuiste feliz alguna vez" yo no pierdo la esperanza de regresar algún día a Llerena o, lo que es lo mismo: volver a los 16.

viernes, 21 de febrero de 2014

Papeleta de lotería de 1945

Buscando algo de nostalgia llerenense por la red, me encuentro con tres simpáticos documentos gráficos. Corresponden a Llerena en diferentes aspectos y años. Nos permitirán asomarnos a una melancólica ventana en el tiempo. Además, podremos ver, con cariño, los rudimentarios medios técnicos de aquel entonces. Vamos a estudiar, en esta entrada del blog, el primero de ellos.

Papeleta de Lotería Nacional de 1945

Lo más significativo de este documento histórico es la falta ortográfica en la palabra "Arcanjel". He buscado sin éxito alguna posible explicación pero sin resultado. En un principio pensé que, antiguamente, se pudiera haber escrito esta palabra con G o con J, pero parece ser que no era así. Por lo visto, San Rafael era un arcángel y siempre se ha escrito con G. Si hay algún filólogo en la sala que se manifieste.

Además, podemos observar otras curiosidades tipográficas. Los caracteres que conforman el número 7.104 son de distinta altura. Por otra parte, el texto de la derecha, "El portador....", está justificado con respecto a los márgenes. Esto se hacía de manera manual. El espacio entre caracteres no es uniforme y se empleaban los guiones separadores de palabras. El mes "Diciembre" comienza con letra mayúscula, lo cual, actualmente, es una incorrección; ignoro si lo sería también en 1945.


participación de Lotería Nacional de 19945
Participación de Lotería Nacional de 1945
En cuanto al tema numérico, otra cosa que llama la atención es que si el billete costaba una (1) peseta y el donativo era de 0,25 céntimos, no concuerda con la frase: "El portador juega la cantidad de UNA peseta". ¿Dónde está el donativo?.

En fin, que se trata de entrañables errores. Inocentes gazapos que contemplamos ahora con el cariño que nos da la perspectiva del tiempo.

Atendiendo al número de orden de la partición (866) podemos a atrevernos a suponer que correspondería a una tirada de 1.000 participaciones. Para una población de unos 8.500 habitantes parece ser una cantidad muy importante. Podemos especular en que eran tiempos difíciles de posguerra y la Lotería de Navidad podría suponer una gran esperanza para aquella empobrecida población.

No he conseguido averiguar en qué imprenta se hizo esta participación. En el margen izquierdo y en orientación vertical se lee algo así como "Imp. Magro, Habro....  Llerena". Si alguien conoce este dato podría subir un comentario o enviarme un correo. Gracias de antemano.

Con respecto a la Hermandad de San Rafael Arcángel tampoco he conseguido información. Parece ser una de las muchas hermandades que hubo en Llerena y que ahora están extintas. En cuanto a D. Rafael Morales Rivero, podría ser el tesorero de dicha hermandad. Es posible que sea o haya sido una persona conocida en Llerena.

Y, por último, la participación costaba una (1) peseta pero ¿cuánto valía una peseta en aquella época? Me voy a aprovechar de un estudio que hice para la web de Harley Clásica. La Harley de mi padre se fabricó en 1946. Así pues tenemos los siguientes datos:

PRECIOS: En el período 1943 - 1946 los precios sufren un 50% de subidas. ("Series enlazadas" publicadas por el INE en 1979) y según la prensa de la época, en 1946 tenemos los siguientes precios:
      • 1 docena de huevos: 17 ptas.
      • 1 kilo de carne: 9,50 ptas.
      • 1 kilo de tomates: 1,20 ptas.
      • 1 kilo de judías: 3,50 ptas.
      • 1 kilo de pimientos: 1 ptas.
      • 1 litro gasolina: Entre 2 y 5 ptas.
      • 1 Billete Madrid - Nueva York: 4.000 ptas.
SALARIOS: El salario medio de este año se situa en unas 12 pesetas/día para los hombres y unas 9 pesetas/día para las mujeres. (Datos correspondientes al personal de una fábrica de calzado). Lo cual nos lleva a estimar el salario medio mensual en torno a las 250-280 pesetas. Hay que señalar que los días no trabajados no se percibía salario.

Es decir que comprar esta participación de lotería equivalía a comprar un kilo de pimientos. De todas formas podemos pensar que la lotería para aquellas gentes (nuestros abuelos) suponía disfrutar de una ilusión, una esperanza, un sueño de aspirar a una vida mejor.

domingo, 16 de febrero de 2014

Cáceres - La Plaza en los años 60 - 70

Dos plazas emblemáticas

En aquellos entrañables y revueltos años, había dos plazas mayores que podríamos considerar como ejes vertebradores de los recuerdos geográficos. Cáceres y Llerena. Cada una con su inimitable estética y encanto. Eran el núcleo y corazón de la vida en ciudad. Llerena ha tenido la gran suerte de que ha sabido conservar la integridad y la belleza de su plaza. No ocurre así en el caso de Cáceres como veremos.

Plaza de Llerena

Cáceres pierde una bellísima plaza

 En la década de los 60 y 70, la Plaza Mayor de Cáceres presentaba una magnífica vista. El suelo contaba con un elegante empedrado de mosaicos negros y blancos. Unos acogedores árboles: palmeras, frutales, etc. Tenía jardines y flores. Contaba con aceras para los peatones y accesos razonables para el tráfico rodado.

Plaza de Cáceres en los años 60

Recuerdo, cuando era niño, bajar por la calle Ezponda y llegar a la plaza. El color del entorno cambiaba del marrón del granito medieval hacie el alegre verde de las palmeras. El empedrado negro y blanco del suelo realzaba la escena. Disfrutábamos de la sencilla policromía de flores y jardines. Algunas parejas circulaban en sus Vespas, sin casco, ellas iban sentadas de costado en el asiento posterior.

Recuerdo también una escena protagonizada por dos turistas ingleses que venían en potentes motos BMW y Honda 750 Four. No había en Cáceres motos más grandes. Lo más grande que se veía eran las Sanglas, Ducatis y MV Agusta. La Harley de mi padre estaba aún en restauración. Un policía local les advirtió que no podían aparcar allí y replicaron: "Ok. Five minutes, Viva Franco", con lo cual el pobre policía se quedó satisfecho (qué remedio). En aquella época, las posibilidades de que una multa local de provincias llegara hasta Londres eran remotas.  Al poco se fueron.

Pero todo esto se acabó a principios de los 80. La corporación municipal de aquella época destruyó todos estos elementos arquitectónicos y, en su lugar, convirtió la plaza en un horrible solar para el aparcamiento de coches. Un crimen urbanístico e histórico. En años sucesivos se han producido otras reformas con desigual fortuna. En este blog hay muchas fotos antiguas y el desarrollo de las obras que la han llevado a su estado actual.

La Plaza presenta ahora un mejor aspecto que el horrible parking de coches pero no ha recuperado su esplendor de los 60.


sábado, 13 de junio de 2009

Llerena 1969

Hoy he tenido la agradable sorpresa de encontrar este emotivo blog de Llerena 1969.
Se trata de una comunidad de amigos nacidos en 1969 y que ahora rondan los 40.

Son un poquito más jóvenes que los amigos de este blog nacidos en 1961 y que estabamos en el "Insti" en 1977.

Llerena 1969 acaba de nacer y respira un gran potencial de dinamismo y vitalidad.

Hay fotos antiguas que son una verdadera delicia.
Un encantador blog al que deseo lo mejor.

Un abrazo

Campo angular

Rebobinando la película del tiempo, a veces, echamos de menos no haber tenido un poquito más de apertura en el campo angular de la foto.

Estábamos empeñados en el objetivo inmediato: el examen, la chica, el dinero....

Probablemente tendríamos que haber tenido más amplitud de miras. Saber qué pasaba por el mundo. El mundo de régimen local, el primer ayuntamiento democrático de Llerena, el mundo (incipiente) autonómico y el resto del mundo global.

Ahora recuerdo en nuestra casa de la calle Bolaños (antes Queipo de Llanos) un plato de vinilos Bettor enchufado a un amplificador Jander (copia de Fender) y en el que escuchábamos a Peter Frampton (Comes Alive), Supertramp (Fool's Oberture), Al Stewart (Year of the Cat), Alan Parsons (I Robot), Kraftwerk (Radioactividad)......

En la televisión: El Teniente Kojak (hey Pili), Starsky y Huch y mucho Jarcha, Ana Belén, Victor y compañía....

miércoles, 29 de abril de 2009

1977, una Oportunidad Espacial

Para lanzar al espacio una sonda es necesario que los planetas del sistema solar adopten una especial disposición. Esto se utiliza para que el recorrido sea menor y se pueda predecir el momento de acercamiento a los destinos.

Esta disposición planetaria se denomina "Oportunidad de lanzamiento" y su periodicidad depende de las órbitas de origen y destino.

Concretamente, para poder llegar a los planetas exteriores Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno, la oportunidad de lanzamiento ocurre cada 175 años. Precisamente, en 1977 se produjo una oportunidad de este tipo y se lanzó las sondas Voyager 1 y la 2.

En su camino, las sondas se acercan a un planeta, hacen fotos y, aprovechando su ayuda gravitacional siguen el viaje hacia el siguiente.

Actualmente la Voyager I ha alcanzado los límites de la influencia del sol. Zona conocida como "heliopausa".

sábado, 3 de enero de 2009

La rumba

Como casi siempre, no nos enterabamos de nada. Estábamos empeñados en el rock sureño (Kansas, Eagles, Flying Burrito, Allman Brothers, Marshall Tucker Band....) y en la progresividad de la música (Genesis, Pink Floyd, Yes, Can, Camel.....) y no estábamos en condiciones de percibir qué es lo que estaba pasando en realidad.
En las verbenas sonaban: Los Chichos, Los Chunguitos, Las Grecas... y las chicas se movían en un baile para nosotros lejano. Seguir el ritmo de una rumba podía ser como intentar llegar a Alpha-Centauro.
Las mirábamos con una mezcla de admiración y desdén. Pero en el fondo, reconocíamos una desconcertante envidia por que éllas sabían llevar ese endiablado ritmo y para colmo, resultaban cautivadoramente atractivas. Era el embrujo desconocido.
La rumba. Ese erótico y gitano baile que despreciabamos (como a Perales), y que luego se tomó su revancha.... "Mujer, mujer, mujer, mujer.... como podía tú querer, como podías tú querer, a dos hombres a la vez". "A ese corazón malvado, a ese corazón malvado...."........

La calma sanitaria

Llerena se eleva en el recuerdo. Nos evoca la irrealidad. Se realimenta de ensoñación y de ternura.

De vez en cuando, ya mayores, entramos en un cuarto baño de un sitio público. Una discoteca, un pub... y añoramos la sensación perdida: la atenuación del ruido, el falso olor del ambientador. Cuando entras al cuarto de baño de un sitio de música, se produce un contradictorio bienestar. Un alivio.

Ir a Llerena debe ser algo así. Descansar del tumulto, del ruido. Regresar a la calma, a lo primigenio.

A lo verdadero, a lo buscado, a lo que fuiste, a lo que serás.

Estar en la barra, en la pista, en el foro... es estar buscando. Cuando te recoges en tu interior, en el silencio, en la quietud, en lo primordial es haber llegado a lo buscado.

Llerena debe ser algo así. Un lugar (estado) de plenitud.

martes, 2 de diciembre de 2008

Llerena estanca

Llerena era estanca. Ahora podemos verlo con claridad.
En aquellos tiempos caminabamos por las calles de Llerena con la agradable sensación de estar en un laberinto. Un estado de ánimo que navegaba entre la aceptación y el sentirnos protegidos.

Por alguna desconocida razón, las calles te transportaban a diferentes estadios del universo Llerena que nada tenía que ver con el resto del mundo. Un mundo que recordabas por lejanas referencias y, cada vez más, apartadas vivencias.

Las calles, todas ellas iguales y diferentes al mismo tiempo. Los parques, cada uno con su peculiar e idéntica personalidad. Los edificios todos ellos intimidantes y bellos.

Observando la foto aérea de Llerena, el viajero descubre con sorpresa que la tapa de Llerena es roja. En brusco contraste con el recuerdo de la Ellerina blanca, ebúrnea, nívea y plana de la memoria. La memoria del paseante y del pasado.

En estos momentos no puedo asegurar si recorrí todas las calles, si visité todos los parques o contemplé todos los edificios. Probablemente no. Pero si algún día vuelvo, me prometo hacerlo. Quizás con el ingenuo afán de poder decir: yo caminé por toda élla...

lunes, 10 de noviembre de 2008

Paisajes evocadores

La nostalgia es una señorita mimosa, caprichosa y, frecuentemente, esquiva. Una chica que gusta de recibir regalos para correspondernos con la recompensa del recuerdo. Las fotografías de Juan Sevilla son de una belleza tan cautivadora que, de repente, te envuelven y te atrapan hacia la evocación.
Además de belleza, en cada foto hay (de propina) una adenda de sensibilidad y añoranza. Sus fotos son los regalos adecuados para ofrecer a nuestra amiga nostalgia.
Cada cuadro-poesía de Juan Sevilla sugiere mucho más de lo representado. Representan sorprendentes puertas de entrada hacia la ensoñación.
El autor nos invita a un (incierto) viaje a lo vivido, a la geografía pretérita y añorada.
En sus fotos podemos intuir, sutilmente, la Llerena sonriente que recordamos. Aquellos caminos por los que transitamos, aquellas nubes, aquellos festejos....

Una magnífica obra, felicidades Juan