sábado, 3 de enero de 2009

La calma sanitaria

Llerena se eleva en el recuerdo. Nos evoca la irrealidad. Se realimenta de ensoñación y de ternura.

De vez en cuando, ya mayores, entramos en un cuarto baño de un sitio público. Una discoteca, un pub... y añoramos la sensación perdida: la atenuación del ruido, el falso olor del ambientador. Cuando entras al cuarto de baño de un sitio de música, se produce un contradictorio bienestar. Un alivio.

Ir a Llerena debe ser algo así. Descansar del tumulto, del ruido. Regresar a la calma, a lo primigenio.

A lo verdadero, a lo buscado, a lo que fuiste, a lo que serás.

Estar en la barra, en la pista, en el foro... es estar buscando. Cuando te recoges en tu interior, en el silencio, en la quietud, en lo primordial es haber llegado a lo buscado.

Llerena debe ser algo así. Un lugar (estado) de plenitud.

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